Se que prometí que pasaríamos juntos momentos divertidos, llenos de fino sarcasmo y reflexiones de oro, pero hace unas semanas tuve que hacer una pausa para un asunto importante-aunque-no-tan-divertido que debo retomar hoy.

Me quedé en que soy atea. No inicié la hecatombe que pensaba y eso es bueno. Algunas personas me felicitaron, asumo que más por ser valiente que por entrar a un club especial de seres intelectualmente superiores que no creen en Dios (ese club no existe, neta).

Alguien MuyAmado me escribió también. Él es el molde casi exacto de mi personalidad, por lo que no siento la necesidad de esforzarme en comunicarme con el. Él ya sabe, todo.

Me escribe acerca (del mundo como) un jardín con sombra, flores y frescura, diseñado expresamente para nosotros por un Creador, en vez del terreno baldío en el que podríamos estar viviendo. Como siempre, tiene razón. Si tomamos en cuenta que en la parte observable del Universo las condiciones para la vida son escasas, efectivamente vivimos en un oasis perfecto para la vida en todas sus formas. Para tener conciencia de ello solo basta apagar el teléfono y observar el exterior desde la ventana más cercana (o prender la tele y ver este delicioso documental: Wonders of Life).

Aquí mi respuesta, cocinada por varios días para ti, MuyAmado:

Pienso que ese agradecimiento hacia la energía que confluye en ti no pudo salir de otra parte más que de tu propio intelecto que te ha llevado al entendimiento de la casi-absolutamente-improbable fortuna de estar en este jardincito, con estos amigos, familia, flores, sombra y frescura. El contexto en el que has elegido vivir te ha llevado a la conclusión de que eso fue lo que la figura de Dios dictó para ti hace dos mil años. Sin duda eso te hace feliz y has logrado vivir en una comunidad de personas que comparten esa misma sensación de armonía colectiva.

Sabes que nada arruinaría esa comunión que vives aunque yo insista en hablar de lo que siento para mi y mi familia, ¿verdad?  entonces...

Me pregunto, ¿el mundo es tan maravilloso que tuvo que ser diseñado? ¿puede lo creado tener conciencia de su creador? ¿si otros animales también tienen conciencia, si nuestra especie tan sólo es una efímera manzana más en el árbol de la vida, por qué nosotros específicamente fuimos hechos a imagen y semejanza del ser creador? ¿por qué tardar casi 14 billones de años en manifestarnos con esta imagen exacta?

Pienso que en contraste a nuestra búsqueda natural de las condiciones óptimas para vivir en este planeta -felices, si se permite decirlo-, hay millones de personas que no disfrutan las condiciones físicas y culturales para hacerlo. No conocen los jardines, ni saben que pueden tener uno. Viven en terrenos baldíos mentales pues aún teniendo más acceso a Dios que a una mejor educación y contexto cultural, no tienen la posibilidad de conocer, sentir y agradecer esa energía que ha confluido en el Universo especialmente para ellos. Creo que esas personas únicamente podrán hacer florecer sus terrenos baldíos en cuanto dejen libre al intelecto para explorar el exterior, importar semillas, instalar un sistema de riego adecuado, sembrar, esperar, desyerbar y repetir todo una y otra vez.

Y es probable que en una de esas excursiones al exterior se encuentren con que tal vez éste es infinitamente más diverso de lo que pensaba, que su incipiente jardín es solamente una infinitesimal parte de la secuencia imperfecta de eventos físicos y químicos iniciada hace billones de años sin semejanza a nada que haya existido antes o vaya a existir después. Mucho menos a nuestra especie afortunada que no es más el centro del universo que la bacteria primigenia que la antecedió.

Si esa excursión de los SinJardines se prolonga lo suficiente también es muy probable que se den cuenta de que hay mil formas de hacer florecer su jardín -ser feliz podría también decirse- y no todas están enmarcadas en ritos o creencias específicas, ni siquiera en la del diseño de un Creador.

También es probable que al salir al exterior aprendan que el bienestar más puro se encuentra en no pisar el jardín de los otros, por convicción pura, sólo "porque se siente feo", en un contexto moral que por sí mismo existe y es necesario y no fue creado sino asimilado durante nuestra evolución física y psicológica. Mismo contexto que los impulsa después a ayudar a otros para sentir aún mayor bienestar.

¿Vivimos en una sociedad que sobrevalora el conocimiento material y la razón? Probablemente, aunque es lo más natural dado que para decidir lo que queremos y creemos tenemos que basarnos en nuestros sentidos y sentimientos, ambos productos de nuestra química cerebral.

Fuera del ámbito religioso, algunos se dicen materialistas, otros naturalistas, agnotiscos o ateos. Yo que detesto las etiquetas busco tener la sabiduría suficiente para continuar el diseño de mi jardín personal y sentirme dichosa porque este jardin es real, delicado, equilibrado, fugaz y perfecto. En esta realización volvemos a parecer hechos con el mismo molde, MuyAmado mío. ¿O será que sólo soy una continuación de ti?