Te apresuras a leer el resultado y sientes el regalo absurdo de estar viviendo tu turno en este largo ensayo apocalíptico. “No seas estúpida. Mucha gente ha sufrido y tú te callas la boca.”
 
Una gripa y hacer como si nada pasara, porque si no lo piensas, no existe.
 
Es el cuarto día de síntomas y tu autoengaño tiene una etiqueta nueva, como una prenda de segunda mano por reestrenar: “Po-si-ti-vo”.
 
Trabajas, trabajas y trabajas porque la vida es un carnaval y no hay que llorar.
Dan las cinco y sales al sol porque lo único que aprendiste durante tu hiperfoco del mes cuatro o 16 es que la vitamina D te protege, aunque las farmacéuticas conspiren y el dióxido de cloro sea la piedra filosofal.
 
No lo dices tú, lo dice la ciencia. Una foto del sol para el Instagram, porque si no la publicas, no pasó.
 
Retomas el libro que intentas terminar desde 1997 porque no vas a morir de soledad en este encierro y, además, los apocalipsis son para trascender y ya te tardaste.
 
Regresas al teléfono a ver videos de amor improbable, de madres felices con catorce hijos y 37 perros, de personas tatuadas hasta el c*lo, de personas que se convirtieron en lagartos y de lagartos enamorados con los nombres de sus catorce perrhijos tatuados en el c*lo.
 
Sales a darle a tu hijo su computadora para la escuela, desinfectada y exorcizada por si las dudas. Le dices te amo tratando de que tragarte el aliento detrás de la mascarilla. -Una toallita de Lysol extra, hijo, y por si las moscas te cortas las manos mejor porque ya tocaste esto que está infectado.
 
Llega la noche y sientes el olor a tabaco del amor suspendido en una galaxia lejana, pero realmente es el aire de una quema furtiva en el monte de aquí atrás, o el aceite milagroso que usaste para destaparte la nariz, o simplemente ya estás perdiendo el olfato al fin y ya nada tendrá sentido en tu vida.
 
Te dispones a dormir con tu previa dosis de ibuprofenocetamol de un millón de miligramos y te preguntas si dentro de los picos posibles ya estarás en el pico de tu propia pandemia corporal y a partir de mañana tendrás menos mocos y más dinero cada vez. O más amor y nos olvidamos de todo lo demás.